
Preocupación global por la pesca intensiva de krill antártico: Noruega y China concentran más del 80% de las capturas
Mar Antártico. La pesca industrial de krill antártico alcanzó niveles récord y genera alarma entre científicos y organizaciones ambientalistas internacionales. Según datos oficiales, solo en 2023 se capturaron 424.203 toneladas de krill, de las cuales el 67% correspondieron a Noruega y el 17% a China. Se trata de una presión sin precedentes sobre un recurso clave para el ecosistema del océano Austral.
El krill antártico (Euphausia superba), un pequeño crustáceo esencial en la cadena alimentaria de ballenas, focas, pingüinos y peces, se ha convertido en el centro de una industria global que procesa esta biomasa para producir aceite, harina y suplementos. La pesca se concentra especialmente en zonas de la península antártica, Islas Orcadas del Sur y áreas próximas a las Islas Malvinas.
Las flotas industriales noruegas operan con buques factoría de última tecnología, como el Antarctic Endurance o el Saga Sea, que procesan el krill en altamar y lo descargan en puertos como Montevideo. China, por su parte, amplió notablemente su presencia con el despliegue de al menos 14 nuevas embarcaciones autorizadas por la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), incluyendo el Fu Yuan Yu 9199, un buque con capacidad para procesar hasta 1.000 toneladas por día.
La pesca industrial del krill se ve agravada por el cambio climático, que reduce las superficies de hielo flotante necesarias para su ciclo de vida. Científicos advierten que la reducción de su densidad en zonas sensibles genera impactos directos sobre las poblaciones de ballenas y aves marinas, además de alterar las rutas migratorias y el comportamiento reproductivo de diversas especies.
Aunque la CCAMLR establece una cuota global de 620.000 toneladas anuales, distribuidas en cuatro zonas, las tensiones políticas internas han impedido avances hacia nuevas áreas marinas protegidas. En particular, China y Rusia han bloqueado resoluciones clave como la N° 51-07/2023, que buscaba limitar la pesca en regiones ecológicamente vulnerables.
Noruega, si bien promueve medidas de conservación, enfrenta críticas por su doble rol como principal país extractivo y defensor del desarrollo sostenible. La falta de mecanismos de verificación independientes ha motivado la renuncia de investigadoras, como la alemana Helena Herr, a paneles científicos vinculados a la industria.
A pesar de algunos acuerdos voluntarios para evitar la pesca en zonas sensibles, ambientalistas denuncian una carrera extractiva sin controles reales y advierten sobre los riesgos ecológicos, climáticos y geopolíticos de esta expansión. La pesca del krill, inicialmente dirigida a nichos de mercado como la nutrición funcional, hoy representa una amenaza concreta al equilibrio del ecosistema antártico.