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Un varamiento sin precedentes en San Sebastián: el CADIC analiza por qué 26 orcas quedaron atrapadas

El Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) continúa estudiando el inusual varamiento de orcas registrado en la bahía San Sebastián, donde se hallaron 26 ejemplares sin vida a lo largo de septiembre.

La bióloga Natalia Dellabianca explicó que el primer aviso llegó a comienzos de mes, con dos animales en buen estado de conservación. “Al día siguiente sumamos otro individuo en la misma zona y, hacia fin de mes, guardaparques provinciales reportaron más hallazgos hacia el norte”, detalló en Radio Provincia.

Los exámenes realizados hasta ahora no detectaron indicios de choques con embarcaciones ni rastros de redes u otros elementos humanos. “No encontramos evidencias de interacción antrópica. Todo apunta a un evento natural”, indicó la investigadora.

Una de las hipótesis se apoya en la propia geografía de la bahía: fondo de muy poca pendiente y un régimen de mareas extremo que deja hasta 10 kilómetros de playa al descubierto y puede alcanzar diferencias cercanas a los nueve metros. Con la subida, los grupos ingresan; con la bajante, quedan varados. “Es, literalmente, una trampa natural”, graficó Dellabianca. En esas condiciones, el peso del cuerpo provoca colapso de órganos y también se registran casos de deshidratación y desecación cutánea.

El componente social de esta especie refuerza el carácter masivo del episodio. “Se trata de grupos muy cohesionados: cuando uno queda en problema, los demás permanecen juntos”, explicó. En este caso, además, los animales pertenecen al ecotipo D, una variante poco conocida a nivel mundial.

La rareza del hallazgo aumenta su valor científico: sería apenas el tercer varamiento documentado para este ecotipo, con antecedentes en Nueva Zelanda en la década de 1950 y en el Estrecho de Magallanes en 2022. Por eso, el equipo prioriza conservar la mayor cantidad de muestras posibles.

Los análisis se llevan adelante en los laboratorios del CADIC y los restos óseos quedarán preservados en el Museo Acatushun de la Estancia Harberton, para futuras investigaciones y tareas de divulgación.

“Cuanta más información podamos resguardar, mejor. Aunque la causa exacta de muerte no sea concluyente, estamos ante un ecotipo excepcional y es clave conservar estos especímenes”, cerró Dellabianca, quien agradeció el interés de la comunidad por el trabajo científico.

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