
Suben 116% los salarios de la construcción y 26% los materiales: la presión sobre el sector
El mercado inmobiliario atraviesa una coyuntura particular: mientras el costo de construcción medido en dólares escaló un 69% en 2024 —alcanzando su nivel más alto desde 2018—, los precios de las propiedades en pozo apenas subieron 23,8% y las usadas un 9,2%. Esta brecha generó un escenario complejo para los desarrolladores, pero también abrió oportunidades para captar inversores antes de que los valores terminen de actualizarse.
Un metro cuadrado más caro, pero todavía competitivo
En mayo de 2025, el costo promedio del metro cuadrado llegó a 1.198 dólares, con un incremento mensual del 2%, incluso por encima de la inflación. La presión más fuerte se sintió en los salarios de la construcción (+116% en 2024) y en los materiales (+26%). Sin embargo, al calcularse en dólares, los costos en pesos lucen relativamente más bajos, lo que habilita estrategias de preventa y esquemas financieros atractivos.
Según la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU), en los últimos 18 meses el costo acumulado de la construcción se disparó 107%, ubicando al sector en un punto de inflexión: quienes ya cuentan con tierra o permisos vigentes pueden sacar provecho de esta coyuntura, mientras que quienes recién planifican proyectos deben ajustar márgenes y repensar sus modelos de negocio.
Un mercado que empieza a reactivarse
El contexto coincide con señales de recuperación en la demanda. Entre la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense y Rosario, las escrituras crecieron un 35% interanual y un 50% en comparación con 2023. El leve repunte del crédito hipotecario ayudó a sostener esta tendencia, aunque el financiamiento sigue siendo limitado: los préstamos para construcción representan apenas el 2% del crédito total al sector privado, y las hipotecas UVA equivalen al 0,2% del PBI, muy lejos del 4% que se registraba en los años noventa.
“Un escenario de beneficio compartido”
Para Kevin Savelski, CEO de Grupo 8.66, la dinámica actual favorece tanto a desarrolladores como a compradores: “Con costos temporalmente más bajos en dólares, se pueden armar cronogramas de obra más eficientes y ofrecer esquemas de preventa con descuentos por pronto pago. El desarrollador asegura rentabilidad y el comprador accede a mejores condiciones antes de que los precios internos se ajusten”.
Una ventana que no será eterna
El equilibrio entre oferta y demanda se mantendrá mientras los proveedores no actualicen los precios en línea con la cotización del dólar. Una vez que esto ocurra, la oportunidad se cerrará. Solo aquellos con estructura financiera sólida y capacidad de ejecución rápida podrán aprovechar la coyuntura actual.
En definitiva, el mercado inmobiliario argentino combina tensiones de costos, márgenes reducidos y una demanda que lentamente vuelve a moverse. El desafío estará en transformar esa ventana de competitividad transitoria en proyectos sostenibles que logren atravesar la próxima etapa de ajustes.