Preocupación en Río Grande: la gastronomía local sufre una fuerte baja en la actividad
El sector gastronómico de Río Grande atraviesa uno de sus momentos más difíciles. Referentes del rubro alertan sobre una caída significativa en el consumo, que estaría rondando el 40%, obligando a comercios a replantear estrategias para sostenerse en pie.
Nené Maciel, dueño del restaurante “Lo de Nené”, expresó su preocupación por la falta de movimiento en los salones y la reducción notable del flujo de clientes. “Durante la semana está muy flojo, apenas se trabaja. Los fines de semana levantan un poco, pero solo al principio del mes”, comentó.
A este escenario se suma un factor clave: el aumento constante de los precios. “La carne, que es uno de nuestros insumos principales, volvió a subir. Algunos productos se mantienen, como ciertas verduras, pero en general todo sigue encareciéndose”, explicó. El incremento en los costos afecta directamente la rentabilidad, lo que agrava aún más el panorama.
Para adaptarse a la situación, muchos locales se han visto obligados a extender sus días y horarios de atención. “Nosotros ahora abrimos todos los días, incluso los domingos a la noche, cuando antes cerrábamos. La idea es no perder ninguna oportunidad de venta”, relató Maciel.
Uno de los pocos puntos que todavía sostiene algo de demanda es el servicio de menúes al mediodía, que ofrece precios más accesibles. “Tenemos opciones económicas, y eso ayuda un poco a mantener el movimiento en el horario del almuerzo”, indicó.
El propietario también señaló un cambio en los hábitos de consumo: “Antes teníamos clientes que venían seguido, ahora aparecen una vez por mes. La gente claramente prioriza otros gastos”.
A pesar del difícil contexto, Maciel afirmó que su familia —que depende íntegramente del restaurante— sigue apostando a mantener el negocio funcionando. “Es lo único que tenemos, así que resistimos como podemos. Hay días buenos y días en los que no entra nadie, pero no nos queda otra que seguir adelante”, expresó.
El testimonio se suma al de otros comerciantes gastronómicos de la ciudad que atraviesan realidades similares, marcadas por la caída del poder adquisitivo y un consumo cada vez más limitado. Para muchos, el mes se divide entre los primeros días —donde se nota algo de movimiento— y la segunda mitad, en la que el flujo de clientes disminuye notablemente.
