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Pintarroja: el pequeño tiburón que habita en las aguas frías de Tierra del Fuego

En las gélidas aguas del Canal Beagle vive una especie poco conocida pero fundamental para el equilibrio del ecosistema marino fueguino. Se trata de la pintarroja, un pequeño tiburón que revela la sorprendente biodiversidad del extremo austral del continente.

Si bien muchos asocian la palabra “tiburón” con los mares cálidos y los grandes depredadores de las películas, en Tierra del Fuego también habitan escualos. Uno de ellos es la pintarroja, que puede alcanzar hasta 85 centímetros de largo y adaptarse perfectamente a las bajas temperaturas del sur.

Para conocer más sobre esta especie, el investigador del CONICET en el CADIC, Matías Delpiani, docente de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, brindó detalles sobre su comportamiento, hábitat y amenazas.

Un habitante discreto del fondo marino

“Se trata de un tiburón bentónico —de fondo—, de hábitos nocturnos, que se alimenta de todo lo que encuentra: crustáceos, pulpos, calamares, peces e incluso medusas. No es un predador tope ni representa un peligro para las personas”, explicó Delpiani.

Su distribución se extiende desde el sur de Brasil hasta el Pacífico chileno, pasando por todo el Mar Argentino. “Generalmente se los asocia, en el caso del Atlántico, a las aguas que rodean las islas Malvinas, o sea, aguas frías con una temperatura de ocho o nueve grados de preferencia. En Tierra del Fuego se encuentran desde el submareal”, agregó.

El tiburón “gato” del Beagle

El nombre “pintarroja” proviene del patrón de manchas oscuras que cubre su cuerpo y le permite camuflarse entre las rocas y los bosques de algas. Este tiburón, también conocido como “gato” o Schroederichthys chilensis, cumple un rol clave en los ecosistemas costeros, al conectar los niveles tróficos inferiores con los superiores.

De cuerpo flexible y alargado, pasa gran parte de su vida oculto en cuevas o grietas del fondo marino, moviéndose con agilidad entre las algas. A diferencia de otros tiburones, no es un gran migrador y suele permanecer toda su vida en la misma zona.

Una biodiversidad más rica de lo que se creía

Si bien la pintarroja es la especie más conocida en el sur, no está sola. En aguas fueguinas también se han registrado cazones espinosos, ejemplares de cazón vitamínico, e incluso algunos avistamientos de tiburón martillo, según relataron pescadores locales.
Estos registros confirman que el ecosistema marino fueguino es más diverso de lo que se pensaba, y que las aguas australes albergan una variedad de especies adaptadas al frío extremo.

Una especie vulnerable

Cada hembra de pintarroja pone uno o dos huevos por temporada, que quedan adheridos a algas o esponjas del fondo. Esta característica reproductiva la vuelve especialmente vulnerable a la pesca incidental.
“Cuando se utiliza un arte de arrastre, no solo se pierden los huevos sino también los adultos reproductores”, advirtió Delpiani.

Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la clasifica como de “preocupación menor”, los estudios señalan una disminución de su biomasa en las últimas décadas. A ello se suman la sobreexplotación de algas y los efectos del cambio climático sobre los hábitats costeros.

Romper mitos sobre los tiburones

Delpiani también reflexionó sobre la percepción social que pesa sobre estos animales.
“Tienen mala prensa por las películas y el marketing sensacionalista. Pero no buscan humanos: las especies grandes se alimentan de presas con alto contenido graso, como lobos o elefantes marinos. Los tiburones consumen lo que necesitan, no son asesinos seriales”, concluyó.

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