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Las tasas de interés siguen en caída y los plazos fijos perforan el 25% anual

El sistema financiero atraviesa un proceso acelerado de reducción de tasas tras los últimos cambios impulsados por el Banco Central. La flexibilización en los encajes y las nuevas restricciones a la operatoria de los fondos comunes provocaron un aumento notable de la liquidez bancaria y, como consecuencia directa, un desplome en los rendimientos que se venía pagando por las colocaciones en pesos.

Las bajas más visibles se registraron en los plazos fijos tradicionales, donde algunas entidades ya ofrecen alrededor del 22% anual para depósitos a 30 días, un nivel que contrasta con las tasas elevadas que rigieron durante gran parte del año. La mayoría de los bancos de primera línea se ubica apenas por debajo del 25%, mientras que los de segunda línea mantienen tasas algo superiores, aunque siempre debajo del 30%.

La caída alcanza también a las cuentas remuneradas y a los rendimientos ofrecidos por billeteras digitales. Estos instrumentos habían ganado popularidad durante la etapa de hiperliquidez e inflación alta, pero el nuevo escenario redujo su atractivo, ya que los bancos no necesitan captar fondos como en meses anteriores.

En paralelo, los títulos del Tesoro acompañaron la tendencia. Las Lecap de corto plazo perforaron el 25% anual y las que vencen entre enero y febrero se ubican cerca del 30% o 32%. La normalización del mercado también impactó en los bonos indexados por CER, cuyas tasas reales se redujeron de niveles excesivamente altos –del orden del 20% sobre inflación– a valores cercanos al 8% anual.

La sobrecarga que los encajes diarios imponían a los bancos, y que en su momento los llevó a pagar tasas superiores al 100% anual, comenzó a aflojar. Aunque el requisito total aún supera el 50%, la exigencia de cumplimiento diario bajó del 95% al 75%, permitiendo un funcionamiento más holgado en diciembre, mes de mayor demanda de pesos.

A pesar del fuerte retroceso de las tasas, el impacto en el crédito es todavía limitado. Las entidades sostienen que la demanda continúa en niveles muy bajos y el alza en la morosidad genera cautela, por lo que prefieren no trasladar de inmediato la baja de rendimientos a nuevas líneas de financiamiento. La expectativa apunta a un posible repunte hacia marzo o abril, siempre que el clima económico acompañe.

El equipo económico, por su parte, deberá monitorear de cerca la evolución del mercado financiero: una baja demasiado brusca podría desatar una búsqueda de refugio en el dólar y encender nuevas presiones inflacionarias.

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