
Investigadores descubren que los pingüinos transportan contaminantes desde el mar hacia tierra firme
Durante décadas, la Antártida fue considerada uno de los últimos refugios vírgenes del planeta. Sin embargo, un nuevo estudio científico desafía esa idea: los pingüinos, símbolos de la pureza y la vida salvaje antártica, también pueden ser agentes de contaminación en este ecosistema extremo y frágil.
La investigación, realizada por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) junto con las universidades de Santiago de Compostela, Barcelona y Oviedo, documentó la presencia de metales pesados, nutrientes y compuestos orgánicos contaminantes en los suelos de las colonias de pingüinos de las islas Livingston y Decepción, al noroeste de la Península Antártica. Los resultados fueron publicados en la revista científica Geoderma.
Los pingüinos como “vectores biológicos”
Los científicos descubrieron que estas aves funcionan como “vectores biológicos”: transportan contaminantes desde el océano hacia tierra firme. Al alimentarse en el mar, los pingüinos ingieren pequeñas cantidades de metales y compuestos químicos presentes en el agua. Luego, al regresar a sus colonias para anidar, expulsan esos contaminantes a través del guano (sus excrementos), que se acumula en grandes cantidades alrededor de los nidos.
El equipo identificó tres fuentes principales de contaminación:
- La actividad biológica de las propias aves.
- La actividad volcánica de la isla Decepción, que continúa siendo muy activa.
- En menor medida, la actividad humana vinculada a las bases científicas y el turismo en la región.
Metales y compuestos detectados
El estudio halló niveles elevados de cobre y zinc, además de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), sustancias que en otras partes del mundo suelen estar relacionadas con la quema de combustibles fósiles.
En el caso antártico, los investigadores aclararon que en Decepción provienen de la actividad volcánica, mientras que en Livingston están más ligados al guano de los pingüinos.
Riesgos ambientales y efectos potenciales
La investigadora Begoña Pérez, del Centro Oceanográfico de Vigo y autora principal del estudio, explicó que en algunos puntos los niveles de metales superan los valores de referencia internacionales, aunque sin causar impactos inmediatos visibles.
Sin embargo, advirtió que, si estos contaminantes se filtran hacia riachuelos o zonas costeras, podrían afectar a organismos acuáticos extremadamente sensibles, como el plancton, base de toda la cadena alimentaria marina.
El cambio climático agrava la situación
El informe también advierte que el cambio climático podría amplificar el problema. El aumento de las precipitaciones y el deshielo del permafrost (suelo permanentemente congelado) podría liberar los contaminantes acumulados en el guano y los suelos, permitiendo que lleguen a los lagos y al mar, con efectos potencialmente dañinos para la biodiversidad polar.
“Los pingüinos son esenciales para el equilibrio ecológico de la Antártida, pero también pueden convertirse en una fuente natural de contaminación en un ambiente extremadamente frágil”, señaló el profesor X.L. Otero, catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela y coordinador del estudio.
Una advertencia global
Los profesores Cristina García-Hernández y Jesús Ruiz Fernández, de la Universidad de Oviedo, quienes realizaron las campañas de campo en 2018, subrayan que este hallazgo demuestra la vulnerabilidad de los ecosistemas antárticos ante el cambio climático global.
El estudio concluye que incluso en los rincones más remotos del planeta, los ciclos naturales pueden verse alterados por factores tanto humanos como naturales.
Proteger la Antártida, sostienen los investigadores, implica entender la compleja interacción entre las especies que la habitan, las condiciones ambientales extremas y los impactos globales del cambio climático.