Entre el hielo y la fe: Huella católica en la Antártida
La presencia de la Iglesia católica en la Antártida tiene una historia que antecede por décadas a la construcción de sus templos actuales. El primer antecedente documentado se remonta al 20 de febrero de 1946, cuando el jesuita Felipe Lérida celebró la primera misa en la base Orcadas, entronizó la imagen de Nuestra Señora de Luján y erigió una cruz de ocho metros, enviando luego un telegrama al Papa Pío XII para informar el acontecimiento.
No obstante, la instalación del primer templo permanente ocurriría recién en 1976, con la inauguración de la Capilla San Francisco de Asís en la base Esperanza, la única base argentina que aloja familias. Allí se celebraron el primer casamiento religioso y el primer bautismo del continente blanco, marcando un hito para la asistencia espiritual en la región.
Con el tiempo, cada una de las siete bases permanentes argentinas incorporó su propio espacio de culto, muchos de ellos construidos por las dotaciones durante las invernadas. Algunas instalaciones, como las capillas de las bases Orcadas, San Martín y Carlini, cuentan con escasa documentación, mientras que otras adquieren particular relevancia. Entre ellas se destaca la capilla de la Santísima Virgen de Luján en la base Marambio, que conserva un rosario y un solideo donados por el Papa Francisco.
El templo más singular es Nuestra Señora de las Nieves, en la base Belgrano II, considerado el más austral del mundo. Excavado en el hielo, dispone de un altar dedicado a la Virgen de Luján y una imagen de Mama Antula, entronizada en 2024. El oratorio más reciente, en tanto, es el dedicado al Santo Cura Brochero, inaugurado en 2023 en la base Petrel.
Aunque nunca visitó la Antártida, el Papa Francisco ha tenido gestos directos hacia las dotaciones argentinas. Fue homenajeado en la base Esperanza con el campanario más austral del mundo y, en 2015, realizó un llamado telefónico a la base Marambio para transmitir un saludo de Pascua.
Más allá de su dimensión religiosa, estos espacios se han consolidado como puntos de contención emocional en un entorno extremadamente aislado, brindando un ámbito de recogimiento y acompañamiento para quienes residen durante largos períodos en el continente. Argentina no es el único país con presencia católica en la región: también cuentan con capillas Chile, Estados Unidos, Bulgaria, Ucrania, Rusia y Francia.
