Crece la desigualdad: más del 50% de los argentinos pertenece a la clase baja, según el INDEC
En un contexto de alta inflación, ingresos depreciados y aumento sostenido del costo de vida, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) difundió una nueva pirámide social que muestra con claridad el deterioro del tejido económico en Argentina. El informe expone una marcada contracción de la clase media y una concentración cada vez mayor de los recursos en los sectores más acomodados.
El estudio se basa en los ingresos mensuales tanto de personas como de grupos familiares, y establece cinco niveles socioeconómicos: clase alta, clase media alta, clase media baja, clase baja superior (no pobre) y clase baja en situación de pobreza. La clasificación revela un mapa social profundamente desigual.
Uno de los datos más alarmantes es que más de la mitad de la población (52%) se encuentra dentro de la clase baja, dividida equitativamente entre quienes están bajo la línea de pobreza (26%) y aquellos que, si bien no son considerados pobres, no logran acceder a condiciones dignas que les permitan mejorar su calidad de vida.
En lo que respecta a la clase media, la situación también muestra una fuerte retracción. Actualmente, solo el 43% de los argentinos se mantiene dentro de este segmento, desglosado en un 26% de clase media baja y apenas un 17% que logra alcanzar el rango de clase media alta. La clase alta, en tanto, representa apenas al 5% de la población, aunque concentra una porción muy significativa del ingreso nacional.
Los requisitos de ingreso para ubicarse en cada segmento son elevados, especialmente en el caso de la clase alta, donde se requiere que una familia supere los $9.500.000 mensuales, o que una persona sola tenga ingresos mayores a $6.000.000. Por su parte, el umbral mínimo para ingresar a la clase media baja parte de $2.100.000 mensuales por hogar o $1.850.000 por individuo.
Esta radiografía social no solo refleja un cambio en los criterios de medición de los estratos sociales, sino también una transformación estructural más profunda: el debilitamiento del motor económico tradicional del país, la clase media, y la expansión de los sectores más vulnerables.
El informe del INDEC advierte además sobre las múltiples causas que agudizan esta fragmentación: la precariedad laboral, el desempleo persistente, el encarecimiento de bienes y servicios en dólares, la dificultad de acceso a salud, educación y vivienda, y la falta de oportunidades reales de movilidad social ascendente.
En resumen, la polarización del mapa socioeconómico argentino se profundiza, en un contexto donde cada vez son menos los que logran sostener su posición y más los que caen por debajo del umbral de una vida digna.
