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Consumo de carne en Río Grande: las ventas caen 40% y crecen los combos económicos

La retracción del bolsillo ya se siente en las carnicerías de Río Grande. José Romero, de “El Paisa”, describió un escenario de ventas en descenso y hábitos de compra cada vez más austeros, con un impacto directo en la canasta cárnica de las familias.

Según el comerciante, la demanda se contrajo alrededor de un 40% en la ciudad. “La gente está muy enfocada en el precio y compra menos”, resumió, al señalar que la merma se percibe tanto en la semana como en los fines de semana, cuando antes se armaban asados o reuniones más grandes.

El ajuste no solo se ve en el volumen, sino también en la elección de cortes. Hoy predominan las alternativas más baratas: americano, puchero y carnaza, que permiten resolver comidas para olla o parrilla sin desbordar el presupuesto. “El americano sale mucho porque rinde en ambos usos”, explicó.

La reducción se refleja, además, en la reposición mayorista: “Antes bajábamos entre 10 y 15 medias res; ahora, apenas 6 y media por semana”, graficó Romero, describiendo una caída sostenida y no un bache coyuntural.

Para no perder clientela, “El Paisa” reforzó las promociones. Armó combos con mezclas pensadas para rendir: osobuco, carne picada y, cada vez más, pollo, una proteína que ganó terreno por precio. Un paquete de 4 a 5 kilos ronda los $41.000, buscando un ticket más accesible que el de compras sueltas.

En paralelo, el local mantiene precios competitivos en cortes seleccionados: Romero destacó que ofrecen carne de Trevelin a $22.000 el kilo, con la aclaración de que priorizan sostener valores “todo lo posible” para acompañar el momento económico.

Otro cambio notorio es la forma de pago. El efectivo perdió terreno frente a la tarjeta de débito y, especialmente, de crédito. “Hoy piden cuotas, descuentos y cualquier facilidad disponible; eso antes casi no pasaba”, señaló el carnicero, al comparar con épocas en que predominaba el pago al contado.

También mutó la frecuencia y el tamaño del ticket. La compra grande de principios de semana dejó paso a una lógica “día a día”: un cuarto, medio kilo o un kilo para resolver la comida de la jornada, en lugar de los 2 kilos o más de otros tiempos.

Con ventas más chicas, combos que rinden y cortes populares al frente, el comercio intenta capear la baja del consumo sin resignar clientes. Pero el diagnóstico es claro: la mesa se ajusta y la carne ya no ocupa el mismo lugar que antes en el gasto familiar.

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